CLASIFICACIÓN Y NOMENCLATURA CIENTIFICA


Existen en el reino vegetal alrededor de 150.000 especies diferentes. Para ordenar en forma práctica esta inmensa cantidad de plantas, desde la antiguedad se han propuesto diversos sistemas de clasificación. Se ha escogido convencionalmente el llamado "sistema natural", que implica una agrupación de acuerdo con las características morfológicas comunes. Así, los mas importantes parámetros usados son: número, forma y ubicación de las piezas florales; tipo de fruto y características de las hojas, tallo y raíz. Además, debe tomarse en cuenta cómo éstas características han ido evolucionando y transformandose a lo largo de millones de años.

Los vegetales que producen semillas, o espermatófitos, están reunidos en dos grandes grupos: el de las gimnospermas, donde se ubican por ejemplo las coníferas, el gingko; y el de las Angiospermas, un grupo muchísimo mayor que reune las plantas que tienen su sistema reproductor femenino (óvulos) protegido por diversas estructuras, en oposición a las especies del grupo de las Gimnospermas, que lo tienen desnudo.
Las angiospérmas a su vez se dividen en Monocotiledoneas y Dicotiledoneas, con características morfológicas muy diferentes.
Las monocotiledoneas, comunmente herbaceas, se hallan representadas por plantas como las gramineas (pastos, bambues), las liliaceas, las orquideas, etc., que tienen una hoja embrionaria o cotiledón en sus semillas. Generalmente están dotadas de hojas angostoas y lanceoladas, de nervadura paralela; casi siempre carecen de peciolo, sus flores son trímeras, es decir, sus piezas florales son tres o múltiplo de tres.
Las dicotiledoneas, en cambio, tienen dos hojas embrionarias o cotiledones en sus semillas. Las hojas adultas comunmente son anchas, casi siempre con nervadura reticulada; a menudo se hallan provistas de peciolo. Las flores son tetrámeras (piezas florales 4 o múltiplo de 4) o pentámeras (5 o múltiplo de 5).
Dentro de estas grandes divisiones, las plantas se agrupan en familias, géneros y especies, grupos de afinidad creciente que, de acuerdo con la opinión científica actual, corresponden a la forma común en que han evolucionado.


Científicamente las plantas se nombran por dos palabras en latín, denominación reconocida en todo el mundo. Primero va, siempre con mayúscula, el nombre del Género a que pertenece la especie; luego se escribe el nombre específico, por lo general con minúscula. Para que esta representación sea completa, debe ir acompañada del nombre de la persona que describió en forma correcta la planta y le dio una denominación, la que es aceptada universalmente. El nombre científico tiene que construirse en conformidad de las reglas de la gramática latina, ya que el latín se ha elegido por convención como la lengua biológica internacional.
Luego las especies se agrupan en géneros, los géneros en familias; las familias en órdenes, y los órdenes en clases (para las plantas con flores de ovarios protegidos, las clases son monocotiledoneas y dicotiledoneas). Cada clase pertenece a una subdivisión (Gimnospremas y Angiospermas en las plantas superiores), y cada subdivisión, a una división (Espermatófitas). Las grandes divisiones se agrupan en reinos. En el tema que nos ocupa, se trata del Vegetal.


Tomemos por ejemplo a nuestra flor nacional, el copihue, para ubicarla taxonómicamente según el sistema natural de clasificación:

Copihue
  • Especie: Lapageria rosea R. et Pav. (Ruiz y Pavón)
  • Género: Lapageria
  • Familia: Philesiáceas (filesiáceas)
  • Orden: Alstroemeriales
  • Clase: Monocotyledoneae
  • Subdivisión: Angiospermae
  • División: Spermatophyta
  • Reino: Plantae (Vegetal)

¡¡ IMPORTANCIA DE LA TAXONOMÍA !!


La capacidad de identificar las especies, tanto vegetales como animales, es tan importante en ecología como es el adecuado conocimiento desímbolos y valencias de los elementos químicos. Sin embargo, cabe señalar que incluso los taxónomos más avezados deben recurrir a textos y herbarios para identificar parte del material que recolectan en el terreno. Esto es especialmente válido cuando los especímenes colectados, dados sus estadios fenológicos inmaduros, no cuentan con órganos reproductivos (flores y/o frutos). De allí la importancia de recurrir a la herborización del material "dudoso" para su posterior identificación con la asesoría de expertos o la comparación con especímenes de herbarios autorizados.



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